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revelaciones de un cuervo

Reflexiones, locuras y fantasías de un escritor. Pensamiento, memoria y quizás también algo de sabiduría.

  • Foto del escritorRubén H. Ernand

SÉ LO QUE HICISTEIS EL ÚLTIMO OTOÑO


 

Con este título ligeramente inquietante, pretendo haceros un resumen de lo sucedido en La Corona Marchita. Yo lo sé, ya que es mi trabajo saberlo, pero es normal que algunos de vosotros, los que los hayáis leído hace un año, por ejemplo, no recordéis todos los detalles y queráis refrescarlos a la hora de poneros con Ruina de la Luz. No temáis, sólo tenéis que seguir leyendo.


No hay de qué, Adrián 😋.


Como es evidente, si no habéis leído La Corona Marchita no os recomiendo seguir más allá de este punto: hay un spoiler por centímetro cuadrado.



 

Resumen


Continuamos donde lo dejamos al final de La primavera ausente. Kirius, Terion y Vaelmir acaban de llegar a Derand, capital de Isgarad. Una vez allí, Kirius averigua su verdadera identidad y la del Ausente: él es descendiente del gran héroe, noble y caballero del Lirio, Kiran. Y el Ausente no es otro que Ethan Jariol, amigo de Kiran, último magíster de los riadeim y el hombre que lo acompañó hasta la ciudad de Kaban Loir para detener las Siete Ruinas que amenazaban con destruir al mundo durante la invasión de los tarkesios a Balaeron. Kirius conoce la verdad sobre el pasado de sus padres y la responsabilidad de Terion en el terrible destino que corrieron y se siente traicionado por el que había sido su tutor y amigo. Mientras tanto, Vaelmir es apresado y encerrado en las mazmorras, esperando un juicio del que no tiene demasiadas opciones de salir bien parado.


Kirius apenas tendrá tiempo para aprender a relacionarse con los otros altos odhalts, sus pares en Isgarad, hombres que fomentaron la persecución a sus padres o no movieron un dedo por ayudarlos. Es enviado a tomar posesión de su heredad, Midel y el castillo Erym, y allí el Ausente le recuerda que hay un poder maligno que crece en el sur, en Tarkesia, y que siente su llamada. Poco después, durante su primera visita al viejo castillo de los Brinnair, el Ausente es arrancado del lado de Kirius por un poder oscuro que surge de la sala en la que murieron quemados todos los miembros de su familia a manos de Malken, el caballero renegado. Kirius es incapaz de recuperarlo, debido a la maldición presente en dicha sala, y cuando pide ayuda a Dyan, ahora reverendo de la ciudad, se encuentra con que el religioso es incapaz de ayudarlo. Solo, excepto por el callado apoyo de Berimar Arstal, hijo de su mayor vasallo y aliado, y de la incipiente amistad con Alora, hija del rey Arvius, comienza a caer en viejos hábitos.


Durante la inauguración del castillo Erym, después de las reformas y arreglos necesarios tras los 18 años pasados desde la muerte de los Brinnair, Arvand, Leen y Minedea llegan a Midel con un “regalo” para Kirius: Doiran, uno de los hermanos que Gaelon había acogido junto a Kirius en Rynad, no estaba muerto como Kirius había temido, pero sí había sufrido graves quemaduras a manos de Targun, el nigromante saradio. Durante esa noche, Kirius se enemista con el rey Arvius y es obligado a viajar a Derand con él.


Mientras tanto, Terion intenta digerir el odio con el que Kirius lo ve ahora. Sus intentos de ayudar a Vaelmir apelando a la compasión de su hermano Arvius, se topan con la desconfianza de este. Terion le promete a su amigo que recuperará su anillo, regalo de una mujer a la que amó años atrás. Las circunstancias le obligan a rebelarse contra su hermano cuando captura y acaba con la vida del conde Olaric, miembro del Culto de la Noche. Gioreh, conocido como la Noche Inmemorial, le hace una siniestra advertencia y Terion comprende que tanto Isgarad como Kirius corren un serio peligro.


Kirius descubre demasiado tarde que Targun y el Culto de la Noche habían dispuesto una manera de llegar hasta él incluso en Isgarad. Doiran, al que había llegado a considerar como un hermano mayor, lo ataca imbuido por una fuerza ardiente tras la promesa del saradio de que así podría dejar de sufrir. Sólo la intervención de Berimar y sus dos sabuesos permiten a Kirius sobrevivir. Acaba acudiendo a los Dones, los misteriosos poderes que poseían los caballeros del Lirio antes de la gran guerra contra Tarkesia, para poder acabar con Doiran y lo hace sin el menor remordimiento. Pero eso sólo lo conduce a la desesperación. Para combatir el dolor y la soledad, Kirius comienza a utilizar los Dones en una serie de combates en los bajos fondos de Midel. Sólo la intervención de Alora, de la que empieza a enamorarse, y de Berimar, consiguen hacerlo reaccionar y hacer que recuerde su promesa de sobrevivir a toda costa.


Kirius se rodea de todos aquellos aliados y amigos en los que puede confiar. Dyan, Abbil, una mercenaria a las órdenes del sacerdote que oculta su letalidad bajo una sonrisa inocente, Alora, Berimar y los dos jóvenes riadeim, Arvand y Leen, se confabulan para ayudarlo cuando Kirius asume su papel como último de los Brinnair y requiere de sus servicios para recuperar al Ausente y salvar a Vaelmir antes de que sea ejecutado. El plan de Kirius para entrar a la Sala del Crepúsculo no sale como él esperaba, pero finalmente, gracias a la ayuda del Ausente, el espíritu de su difunto abuelo Gadius y los riadeim, consigue acabar con la maldición del castillo Erym. Allí descubre el Cáliz de los Soñadores, el objeto místico que en su día permitió que Jariol supiera qué pasos debía seguir para detener las Siete Ruinas. Después consigue salvarle el cuello a Vaelmir, pero eso le cuesta la enemistad del rey Arvius. El rey, despechado, decide entregar a Vaelmir a Moradhair, consciente de que allí lo matarán. Kirius se ve forzado a viajar junto a él, como embajador de Isgarad, para cimentar una paz con el reino vecino que parece a punto de quebrarse y para intentar salvar la vida a su amigo.


Durante el viaje, Kirius tiene unos sueños insistentes en los que ve a una joven que le pide ayuda. No es hasta que llega al bosque, que consigue reconocer en ellos a Innae, la misteriosa joven tarkesia que conoció más de medio año atrás en Merethia. Las circunstancias obligan a que Kirius, junto a un fugado Vaelmir, se internen en el bosque siguiendo el impulso que guía al primero a encaminarse hacia el corazón de Athael. Allí descubren a Innae, aparentemente sumida en un letargo de origen sobrenatural en un lugar conocido como la Ciudad Invisible de Liath´ain: un vestigio de la época en que los eliir gobernaban aquel lugar. Kirius se interna en un inquietante mundo espiritual para traer a Innae de vuelta. Para ello, la convence de que debe entregarle su Estrella Plateada al poderoso ente que la mantiene cautiva y que está provocando la muerte del bosque.


Mientras tanto, Vaelmir lucha contra la líder de los naltuig, los guerreros que sirven a las nigheanain, hasta que se da cuenta de que no es otra que Shildan, su antiguo amor, atraída hacia el corazón del bosque por los sueños en los que Innae le pedía ayuda. Shildan abate a Vaelmir, pero gracias a la magia de su anillo, un regalo que ella misma le hizo 10 años atrás, Vaelmir regresa de entre los muertos. Finalmente, Kirius e Innae emergen de Liath´ain y se dirigen a Ard Vanan junto a Vaelmir, Shildan y los supervivientes de la embajada de Isgarad. Ya en la ciudad, Vaelmir se acoge a la clemencia del ard´ain Teorann y es respaldado por Ceala, la líder de las nigheanain. Ceala dice que la Corona Marchita, un viejo artefacto que pertenecía a los primeros ard´ains, puede probar que es inocente de los crímenes que se le imputan. Kirius descubre, atemorizado y lleno de rabia, que Malken, el caballero renegado, está también en Ard Vanan, enviado como embajador por las naciones tarkesias.


Terion, en Derand, se enfrenta a un Arvius cada vez más desquiciado. Tras desenmascarar a Caleron, un caballero traidor leal a Malken, acaba preso por orden su hermano. Al final acaba enfrentándose a él, con la ayuda de Alora y de Abbil, y Terion descubre que bajo su actitud autoritaria y fría, su hermano sigue siendo un muchacho asustado y sobrepasado por las circunstancias. Terion viaja junto a las dos jóvenes, Dyan y Berimar hacia el Dominio, dispuesto a encontrar a Kirius y protegerlo a toda costa.


En Ard Vanan, Kirius y Julius solucionan sus diferencias en un duelo que se salda a favor del primero, aunque debe usar los Dones para no acabar muerto. Julius es herido de gravedad y poco después buena parte del grupo viaja hacia El Descanso de Cluingh, donde las nigheanain afirman que se encuentra la fabulosa Corona Marchita. Allí, Kirius habla con Nathian, que había acudido a Moradhair atraído por los sueños en que Innae le pedía ayuda. Kirius le promete a la joven tarkesia que irá junto a ella a conocer a su padre, pues Innae afirma que Kirius es el Sanador, el único que puede curarlo de su fatal enfermedad, tal y como es el único que puede sanar al propio mundo. El Ausente disiente y le dice a Kirius que su objetivo es otro: evitar que el mal que resurge en la antigua ciudad de Kaban Loir se desate sobre el mundo.


El grupo consigue la Corona Marchita a un alto precio: Nailidh, la hermana del fiero guerrero Connluar, muere a manos de Targun, el nigromante saradio que vuelve para acabar con la vida de Kirius. El propio Connluar resulta gravemente herido. Targun encabeza el temible ejército del clan Cennair que se propone traicionar al ard´ain y ayudar a que Tarkesia lance su invasión al norte. El grupo vuelve a Ard Vanan con sólo unas horas de ventaja sobre los Cennair para poder advertir a los habitantes de la ciudad del peligro inminente al que se enfrentan. Leen consigue hacer funcionar el Cáliz de los Soñadores y ve un futuro inquietante para los miembros del grupo en un extraño lugar: una cabaña junto a un estanque.


La batalla por Ard Vanan comienza durante la madrugada del primer día del año. Kirius y Terion se reconcilian, anhelando volver a su vieja relación, y Vaelmir y Shildan están a punto de hacer lo propio, pero la interferencia de La Corona Marchita lo echa todo a perder. Los Cennair atacan y Targun abre una brecha en la muralla para que entren en tromba en la ciudad. Malken somete al ard´ain y parte del grupo en el interior del Mor Etuin, los restos del ciclópeo árbol que una vez se alzó donde ahora está la ciudad. La batalla parece perdida, pero Minedea y los jóvenes riadeim que viajaron con ella hasta Isgarad idean un plan desesperado. Un ritual en el que participan los cuatro, gracias al enorme poder que desencadena Minedea, les permite emular la caída, acaecida muchos milenios atrás, del tronco del Mor Etuin. El impacto es descomunal y volatiliza a los ejércitos y casi una quinta parte de la ciudad.


Mientras tanto, Kirius vuelve al Mor Etuin, acuciado por una sensación de que algo no marcha bien. Nathian muere intentando detener al nigromante saradio. Kirius se enfrenta a Targun y a Malken, que también se enfrentan entre sí al tener ambos planes opuestos para el muchacho. La tenebrosa magia oscura de Lívida, la espada de Malken, lo somete. Pero la caída del Mor Etuin, y la llegada de los naltuig y de Abbil le dan una oportunidad. Kirius acude a los Dones, a pesar de saber que es un riesgo, y acaba con Targun. Pero no hace nada cuando Malken huye llevándose con él a Dyan y a Alora. Kirius se queda atrapado en el interior de los Dones, convertido en alguien frío y sin emociones. Hasta que Terion y Vaelmir lo llevan a la loma del Claorysidh, uno de los árboles sagrados de las nigheanain, y le muestran a Dyan clavado al árbol, profanado y mantenido con vida por la magia oscura de Lívida.


Dyan le entrega un mensaje a Kirius, uno en el que le advierte de que el Caballero Pálido le da unos meses para acudir hasta Nazhar, en Tarkesia, y someterse ante su señor o Alora correrá la misma suerte que Dyan. Y Kirius, por piedad, acaba con el sufrimiento de su amigo y jura que no permitirá que Malken se salga con la suya…

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